Construida
por primera vez en 1865 en un lugar vagamente vinculado a los caballeros
templarios, Notre-Dame de France , es una Iglesia de Londres que, quedó
casi totalmente destruida por las bombas de los nazis durante el blitz, y la
reconstruyeron hacia finales de los años cincuenta.
A mano
izquierda del visitante según se mira hacia el altar mayor hay una capilla
donde no se venera ninguna estatua, pero que tiene un culto de seguidores sui
generis.
Los
visitantes acuden para admirar y fotografiar un mural muy peculiar que hay
allí, obra de Jean Cocteau, quien lo acabó en 1960.
O mejor
dicho, parece ser una de las iglesias más ocupadas de Londres, y además sirve
de cómodo refugio a muchos indigentes de las calles, que son acogidos allí con
gran caridad.
Pero es el mural de Cocteau el imán que atrae a la mayoría de
los visitantes que acuden a ella como parte del circuito turístico de Londres,
si bien algunos optan por quedarse un rato para disfrutar de ese oasis de calma
en medio de la agitación y el estrépito de la capital.
En principio el fresco tal vez decepciona, porque al igual que otras muchas obras de Cocteau parece apenas abocetado con algunos colores sobre una superficie lisa de enlucido.
En principio el fresco tal vez decepciona, porque al igual que otras muchas obras de Cocteau parece apenas abocetado con algunos colores sobre una superficie lisa de enlucido.
Representa
la Crucifixión: alrededor de la víctima los espantados soldados romanos, las
mujeres afligidas, los discípulos. Tiene desde luego todos los ingredientes de
una escena clásica de la Crucifixión, pero tal como sucede con la Última Cena
de Leonardo, vale la pena echar una ojeada más detenida, más crítica y tal vez
podríamos decir, con mayor esfuerzo del sentido común.
El personaje central, la víctima de la más horrible forma de suplicio a muerte, bien podría ser Jesús, pero también es cierto que no podemos estar seguros porque sólo se le ve de las rodillas abajo.
La parte
superior del cuerpo no se muestra. Y al pie de la cruz hay una rosa enorme de
color púrpura…..¿sìmbolo de la Alquimia?
En primer
término vemos un personaje que no es romano ni discípulo, uno que se ha vuelto
de espaldas a la cruz y parece seriamente trastornado por la escena que acaba
de ver.
En verdad
debió de ser un acontecimiento consternante, como siempre lo es la muerte de un
hombre en tales circunstancias; y hallarse presente mientras todo un Dios
encarnado derramaba su sangre sería sin duda terrible, indescriptiblemente
traumático. Pero la expresión de ese personaje no es la del filántropo
entristecido, ni la del seguidor confundido por la pérdida de su maestro.
A fuer de
sinceros hay que decir que la ceja fruncida, la mirada de soslayo, componen la
mueca de un testigo desengañado, incluso con un algo de repugnancia. La
reacción es la de alguien ni remotamente inclinado a doblar la rodilla para
rendir culto, sino que manifiesta su opinión de igual a igual.
¿Quién es ese que así expresa su desaprobación al hallarse presente en el acontecimiento más sagrado de la cristiandad? No es otro sino el mismo Cocteau
Sobre la
escena brilla un sol negro que difunde sus rayos oscuros por el cielo en
derredor. Delante de él hay un personaje de pie, posiblemente un hombre, cuyos
ojos salientes vueltos hacia arriba, y vistos de perfil contra el horizonte,
presentan un notable parecido con unos pechos erguidos.
Este es el Sol Negro, es un referente de la potencia X de la masonería (El sol de la tierra hueca, el signo del Kristos hermético
En el origen de
Egipto, está Atum-Ra, la divinidad del Sol Negro. En Heliópolis, denominada On
en egipcio, la Ciudad del Sol, se hallaba el Templo del Fénix. Ese templo
antiguo era un lugar sagrado, un espacio para la divinidad. Al alba, a imagen
de Zep Tepi (el Primer Tiempo de los antiguos egipcios), en el interior del
recinto del templo, el Fénix –el rayo del sol– alcanza la piedra de Benben, el
Piramidión cónico de hierro meteórico, colocado en lo alto del obelisco situado
en el centro del recinto
Representado antropomórficamente con la doble corona de Egipto, la blanca del norte y la roja del sur, o con la cabeza de halcón y tocado por la serpiente cósmica Uraeus enroscada en torno a un disco solar, simbolizaba el Sol del atardecer, que sería sustituido en el curso de los siglos por el culto a Ra, el Sol en el cenit.
Representado antropomórficamente con la doble corona de Egipto, la blanca del norte y la roja del sur, o con la cabeza de halcón y tocado por la serpiente cósmica Uraeus enroscada en torno a un disco solar, simbolizaba el Sol del atardecer, que sería sustituido en el curso de los siglos por el culto a Ra, el Sol en el cenit.
Atum se convirtió en un Sol Negro, en un dios
esencialmente invisible, que más tarde se transformaría en el Sol nocturno que
viaja a través de las regiones subterráneas, o en el árbitro del destino,
sentado en el polo del mundo.
Cuatro
soldados romanos adoptan posturas épicas alrededor de la cruz, con las
jabalinas colocadas en ángulos extraños y, a lo que parece, significativos. Uno
de ellos lleva escudo, el cual muestra la enseña de un halcón estilizado. A los
pies de dos de ellos hay un paño sobre el cual se han echado unos dados. La
suma total de los puntos que muestran es cincuenta y ocho.
Un joven de aspecto insignificante se halla con las manos unidas al pie de la cruz; su mirada algo inexpresiva se vuelve vagamente hacia una de las dos mujeres representadas en la escena. Éstas a su vez parecen unidas por un amplio contorno en «M» justo debajo del hombre cuyos ojos parecen pechos.
La de más edad, Maria , abrumada por el dolor, mira hacia abajo y diríamos que derrama lágrimas de sangre; la otra está literalmente más distante, y aunque se encuentra cerca de la cruz toda ella parece alejarse. La figura en «M» muy abierta se repite en el frontis del altar, situado justo delante del mural.
La última figura de la escena, al extremo derecho, es un hombre de edad indeterminada. Está de perfil y el único ojo visible se ha dibujado con la inconfundible forma de un pez.
ASI FLORECERAN TUS ROSAS, afirman
los rosacruces en sus antiguos textos:
Busca lo Esencial.
¿Sabes tú qué es lo esencial, Lector querido?
Escucha. . .
Todas las cosas dela
Naturaleza , todo cuanto ves y no ves, todas las formas
cristalizadas y aun aquellos que tu pobre retina no alcanza a divisar, tienen
un punto esencial, una sustancia íntima, un espíritu alado, inconsútil, por el
que viven y se desenvuelven.
Todo lo demás es secundario, accesorio. No inútil, porque la inutilidad no existe dentro de la magna Obra del Universo. Son medios, vehículos, portadores si se quiere lo esencial. El medio es perecedero. Pertenece a nuestra tierra. Lo esencial es eterno. Pertenece al cielo de nuestro Espíritu.
Busca, por lo tanto, lo Esencial.
Tu Cruz se hará más llevadera yla
Rosa le prestará su sagrado perfume.
1ª) Lleva en todo tus actos, una meta. En todas las cosas, un fin. Que éstos sean el de descubrir Lo Esencial. Clava toda su atención en ello y toma por armas lo útil, lo noble, lo bueno, lo bello, para conseguirlo, y desdeña todos los obstáculos que se interpongan.
Escucha. . .
Todas las cosas de
Todo lo demás es secundario, accesorio. No inútil, porque la inutilidad no existe dentro de la magna Obra del Universo. Son medios, vehículos, portadores si se quiere lo esencial. El medio es perecedero. Pertenece a nuestra tierra. Lo esencial es eterno. Pertenece al cielo de nuestro Espíritu.
Busca, por lo tanto, lo Esencial.
Tu Cruz se hará más llevadera y
1ª) Lleva en todo tus actos, una meta. En todas las cosas, un fin. Que éstos sean el de descubrir Lo Esencial. Clava toda su atención en ello y toma por armas lo útil, lo noble, lo bueno, lo bello, para conseguirlo, y desdeña todos los obstáculos que se interpongan.
Así florecerán las Rosas sobre tu Cruz..
La Rosa es el símbolo del Amor.
En Tannhausser dice Wagner: A quien el corazón, se le inflame de amor lleva una corona de Rosas.
En la Alquimia la rosa es simbolo de las tinturas
solar y lunar según su color blanca o roja.
Yo soy la
rosa de Sarón,dice Salomon en el Cantar de los Cantares.
Dondequiera intervenga la rosa, la acompañan el secreto y el silencio.
fuentes: Blog de Ana Vazquez,biblioteca pleyades, pagina oficial de Jean Cocteau,